martes, 1 de noviembre de 2016

Misa de rito tradicional en San Pedro

Más de treinta personas -un número más que aceptable- han asistido en la Basílica Parroquia de San Pedro a la Santa Misa de rito tradicional que ha organizado nuestra Hermandad, con la inestimable colaboración de la asociación Una Voce Córdoba, con motivo del Año de la Misericordia.
La Santa Misa ha tenido lugar en nuestra Capilla del Sagrario y de los Santos Mártires, y ha sido oficiada por el reverendo Alberto González Chaves, vicario episcopal de Vida Consagrada, que ha celebrado la Misa Votiva de Cristo Rey. Hay que destacar y agradecer el esfuerzo que le supuso celebrar esta Misa, ya que acababa de llegar de un viaje a Roma.

En su homilía, vinculó a los Santos Mártires de Córdoba (de las tres épocas) con la Divina Realeza de Cristo, animando a los presentes a dar testimonio de nuestra Fe en dicha Realeza con el ejemplo de nuestra palabra y nuestra vida.

Era la primera vez, después de medio siglo, que se celebraba una Misa de este rito, y en lengua latina, en la Basílica de San Pedro; por otra parte, el marco incomparable de la Capilla barroca unía en la ocasión solemnidad y recogimiento.

Las antiguas y nobles rúbricas y detalles materiales de la celebración, marcadas claramente en el Misal y la tradición, llamaron la atención de los asistentes, que en su mayor parte no habían tenido ocasión de asistir a una Santa Misa de esta forma tradicional.

Uno de ellos, Víctor Olivencia, dejó escrito en su perfil de Facebook, apenas dos horas después de terminada la celebración el siguiente comentario:

En una intimidad realmente acogedora, unos cuantos fieles, frente a la urna de los Mártires, con el sacerdote murmurando en latín, durante un instante me he teletransportado a una catacumba romana de hace 20 siglos, en silencio, con un recogimiento brutal, si me permiten el calificativo.

De la calle procedían ruidos, vehículos que pasaban, griterío de críos disfrazados de brujas o vampiros, pero dentro estábamos en una especie de catacumba del siglo XXI, si lo tuviera que calificar en un lenguaje coloquial típico de adolescente moderno, diría que ha sido una experiencia alucinante.

Para qué les voy a engañar, no soy de misa diaria, pero es más grave aún, contraviniendo el mandato de la Iglesia, ni siquiera soy de misa dominical, tampoco voy a dar ninguna excusa, pero huyo de las grandes aglomeraciones, de los grandes templos, pero hoy, al contrario que me pasa cuando acudo a la Iglesia, por esa exquisita mezcla de asistir a una celebración íntima y acogedora, con poca gente, en una capilla muy especial, en la víspera de un día importante para la cristiandad, he tenido la sensación de que era la primera vez en toda mi vida que asistía a una misa, a una como Dios manda, una misa murmurada, sin megafonía, auténtica, con denominación de origen, milenaria, sin coros, cánticos, flamenqueos ni aditivos o colorantes varios.

Me ha calado, qué quieren que les diga, hubiera sido más divertido ponerme una máscara e ir por la calle haciendo el tonto. También pueden resultar más divertidas otra clase de misas donde se cantan sevillanas, por ejemplo, pero a mi, la misa a la que he asistido hoy me ha resultado auténtica, mística... cuando al sacerdote ha alzado el cáliz o la Sagrada Forma, y lo ha hecho alzando su mirada hacia la urna de los Mártires, todo ha tenido sentido, todas esas cosas que tanto trabajo cuesta asimilar cuando hablamos del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor, todo ha encajado como en un puzzle que llevara toda una vida tratando de recomponer con escaso éxito. Así sí, creo, y ya lo sospechaba de antes, pero hoy lo he confirmado, que el Concilio Vaticano II, tratando de modernizar la Iglesia, sustituyó el taco de jamón por la pastilla de avecrem... y espero que no se me moleste nadie.

Hay quien piensa que es una pérdida de tiempo asistir a una celebración que dura 30 minutos, una vez a la semana, se ha caído en el error de tratar de atraer a la gente añadiendo una cierta clase de jolgorio, la misa no tiene que resultar divertida, tiene que calarte, como si fuera un cubo de agua que te lanzan desde el púlpito, las cosas auténticas no necesitan nada más, de buena gana hoy me habría mojado la cabeza con agua bendita procedente de la pila bautismal de San Pedro, porque en cierto modo, es como si hubiera despertado a una cristiandad nueva que no conocía, muchas gracias a la hermandad de la Misericordia por organizarla, ha merecido mucho la pena dedicar 30 minutos de mi tiempo a participar en ella, me he sentido más cristiano de lo que me había sentido jamás...

Completamos la reseña de este acto con el resto de las fotografías del mismo.








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