lunes, 30 de noviembre de 2015

Fiesta de regla de 1989

No son muchas las grabaciones en vídeo de nuestros cultos de hace años. Aquí os ofrecemos una selección de un vídeo realizado en 1989 que recoge la fiesta de regla de la Hermandad, celebrada en el convento de Santa Marta el 12 de febrero de 1989. La imagen no es de buena calidad, pero tiene un gran valor testimonial y de recuerdo, ya que en la película aparecen varios hermanos que ya no están con nosotros. Aprovechemos la ocasión para pedir por ellos a nuestros Sagrados Titulares.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

El Cristo de la Misericordia presidirá el Via Crucis de las Cofradías de 2016

El Santísimo Cristo de la Misericordia, Titular de nuestra Hermandad, presidirá el Via Crucis de las Cofradías de Córdoba. Así lo comunicó la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba a las hermandades integradas en ella durante la asamblea general celebrada el 25 de noviembre.
Nuestra Hermandad había solicitado del organismo cofrade la designación de la sagrada imagen para presidir el Via Crucis de 2016, argumentando su petición en el hecho de que el Cristo de la Misericordia nunca había participado en este Via Crucis, que lleva ya más de 30 años celebrándose en Córdoba, y sobre todo en que la Cuaresma del año próximo estará enmarcada en el AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA proclamado por Su Santidad el Papa Francisco.
El Via Crucis se celebrará el SÁBADO 13 DE FEBRERO DE 2016, y los detalles y pormenores de la organización se irán dando a conocer a los hermanos a través de los medios habituales.
Salida del Via Crucis de 2012
Nuestro Santísimo Cristo ha salido en Via Crucis durante la Cuaresma como acto propio del ciclo cultual de la Hermandad; exactamente lo ha hecho entre 1976 y 2013, aunque en los dos últimos años el Via Crucis se ha celebrado en el interior de la Basílica de San Pedro.
El Cristo de la Misericordia durante el Via Crucis y traslado a la Catedral en 1986
Entre los años 1986 y 1997 el Via Crucis se celebró coincidiendo con el traslado de la Sagrada Imagen -junto con Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo- desde el convento de jerónimas de Santa Marta hasta la Santa Iglesia Catedral, donde se iniciaba la estación de penitencia por el cierre de San Pedro. Y en 1993 ambas imágenes presidieron, desde el presbiterio de la Santa Iglesia Catedral, la misa del IV Encuentro de Hermandades de la Misericordia de Andalucía.
Traslado del Cristo de la Misericordia desde San Pedro a la Magdalena, en 1942
En el siglo XX, el Santísimo Cristo salió varias veces a la calle fuera de Semana Santa, aunque no en forma de Via Crucis. Fue el caso de los años en que la Sagrada Imagen, custodiada en la antigua iglesia de la Magdalena, era trasladada a la Parroquia de San Pedro para la celebración de los cultos cuaresmales. Y de forma extraordinaria, en marzo de 1949 salió en una magna procesión de rogativas por la lluvia, organizada por el Obispado de Córdoba a petición de los sindicatos de labradores y ganaderos.

Únicas dos fotografías conservadas de la procesión de rogativas de 1949
En siglos pasados, el Santísimo Cristo que hoy llamamos de la Misericordia también salió en distintas ocasiones, siempre fuera de Semana Santa, en procesiones de rogativas organizadas con motivo de distintas calamidades públicas (epidemias y, con menor frecuencia, sequías), y aunque estas procesiones tenían un acusado carácter penitencial no tenemos constancia de que consistieran exactamente en el rezo del Via Crucis.
La Hermandad de la Misericordia y los Santos Mártires asume con alegría y responsabilidad esta designación, que no tiene otro objetivo que fomentar en sus hermanos y en los fieles en general la devoción a la Misericordia de Dios y el llamamiento a ejercer esa Misericordia con los hermanos más necesitados a través de las Obras de Misericordia.

Jura sus cargos la nueva Junta de Gobierno


Fue ante los Santos Evangelios y la Regla de 1741, y al término del primer día del Triduo a los Santos Mártires de Córdoba, La Capilla del Sagrario, levantada por nuestra Hermandad en los años centrales del siglo XVIII, fue el recinto que acogió la ceremonia. Tras la lectura por el secretario saliente del acta de la elección del Hermano Mayor y del oficio del Obispado que aprobaba la composición de la nueva Junta de Gobierno, el párroco tomó juramento a los componentes de dicha Junta, empezando por el Hermano Mayor, José Carlos Larios Cruz.

El acto terminó con la colocación de sendos ramos de flores ante el Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo.


lunes, 23 de noviembre de 2015

Un año después: recuerdos de la peregrinación a la Catedral con las Sagradas Reliquias de los Santos Mártires de Córdoba


Hoy hace un año. Para recordar la histórica jornada del 23 de noviembre de 2014, reproducimos a continuación el fragmento de la Memoria del Ejercicio 2014 que relata lo ocurrido ese día. Una vez más, demos gracias a Dios y a los Santos Mártires por haber contribuido desde nuestra Hermandad a la veneración y culto a las Sagrada Reliquias.

Y llegó el domingo 23. Las previsiones meteorológicas anunciaban incertidumbre. A la hora de salir la mayor parte del cielo estaba cubierto de nubes, si bien en algún momento –como al pasar por la Cruz del Rastro, donde los miembros de la tertulia cofrade Cruz del Rastro depositaron un ramo de flores ante la urna– los rayos del sol dibujaron tibiamente su rúbrica dorada sobre la plata martirial del relicario.
     Las puertas del templo basilical se habían abierto poco después de las ocho de la mañana, para que los responsables del cortejo y participantes en la procesión hicieran sus últimos preparativos. En la Capilla de la Misericordia se instaló, a semejanza del Miércoles Santo, un sencillo altar de insignias que exhibía todos los enseres que formarían parte de la peregrinación.
     Los hermanos que habían sacado su papeleta de sitio –un documento diseñado expresamente para la ocasión, que serviría como recuerdo de haber participado en tan histórico acto– comenzaron a llegar, así como las representaciones de las Hermandades invitadas y del Excelentísimo Ayuntamiento. Mientras los acólitos se revestían con sus dalmáticas y sobrepellices, se hacía el reparto de cirios y se asignaban los lugares a los hermanos en los distintos tramos.
     Instantes antes de la salida, nuestro Hermano Mayor dirigió la palabra a los que iban a participar en la peregrinación, recordándoles la larga historia de la devoción cordobesa a sus Santos Mártires y evocando la secular vinculación del Ayuntamiento de Córdoba con la misma, que data del siglo XVII y que se ratificaba con la presencia institucional de la corporación municipal. También les avisó de que, cuando se abrieran las puertas, no habría una multitud expectante deseando verlos, como muestra del «poco aprecio que suele dispensar esta ciudad a sus hijos más ilustres».

     Se abrió la puerta a la hora señalada y comenzó la andadura del cortejo. En el interior del templo el Cuarteto de Viento de la Banda María Santísima de la Esperanza y las voces del coro Cantabile interpretaron su primer motete, y cuando la urna se halló en el exterior de la Basílica nuestra Capilla Musical entonó la primera estrofa del Himno a los Santos Mártires.
    La peregrinación estaba en marcha.

    Llegó a la Catedral, donde fue recibida por el obispo. La urna fue colocada en el presbiterio, junto al púlpito del lado de la Epístola, a unos metros de donde estuvo en mayo de 1939, cuando presidió –en esa ocasión junto a las imágenes de San Rafael y Nuestra Señora de la Fuensanta– otro acto religioso por un motivo bien distinto.

     La Santa Misa fue retransmitida para Córdoba por el Canal Diócesis TV y para toda España por 13TV. La liturgia coincidió con el día de Cristo Rey, último domingo del Año Litúrgico, y en su homilía el prelado unió esta solemnidad con el testimonio de los Mártires: «Córdoba ha sido desde los orígenes del Cristianismo tierra de Mártires, hombres y mujeres que han dado su vida por la fe de Cristo», dijo en su alocución.
El regreso
Pasada la una del mediodía concluyó la celebración eucarística y se reorganizó la procesión para iniciar el regreso a la Basílica de San Pedro. Desde que los hermanos costaleros volvieron a cargar sobre sus hombros la parihuela, y hasta que salió por el Arco de Bendiciones sonó, como a la entrada, la Marcha Real repartiendo sus sones solemnes y vibrantes por el secular recinto. Ya en el Patio de los Naranjos, la música del órgano entregó el relevo del acompañamiento sonoro al repique alegre de las campanas de la Catedral –algunas de las cuales tienen nombres de Mártires cordobeses–, que esparcieron sus cantos de bronce por el cielo de Córdoba…

    …Un cielo que estaba ahora cubierto de unas nubes que empezaban a dejar caer una suave lluvia, que no tuvo más consecuencias que la decisión, por parte de los responsables de la procesión, de afrontar el retorno a un ritmo más vivo y rápido que el de la ida. El cortejo, perfectamente formado como en la ocasión anterior, recorrió el itinerario siguiente: Patio de los Naranjos, Puerta de Santa Catalina, Magistral González Francés, Cardenal González, Cruz del Rastro, Lucano, Plaza del Potro, Lineros, Don Rodrigo, Carlos Rubio, Plaza de la Almagra, Escultor Juan de Mesa, Plaza de San Pedro.
    La procesión de regreso tuvo un momento especialmente emocionante al pasar el cortejo por la sede de Bodegas Campos, empresa vinculada desde hace muchos años al barrio y a la Parroquia de San Pedro y a la Hermandad de la Misericordia y situada, como se sabe, frente al altar público erigido en el siglo XVIII en honor de los Santos Mártires. Los balcones habían sido exornados con colgaduras, como ya se pudo comprobar a la ida, pero ahora se habían esparcido por el suelo hojas de hierbabuena, y desde el balcón principal se arrojaron pétalos de flores rojas cuando pasaba la sagrada urna.

       La lluvia no cesó de caer, pero lo hizo con suavidad y no supuso inconvenientes de ningún tipo ni modificó el orden y compostura del cortejo. Éste llegó a la Basílica poco después de las dos de la tarde, cerrándose la peregrinación cuando, una vez depositada la parihuela en el lugar de donde había salido cuatro horas antes, el Hermano Mayor dijo por la megafonía: «Hermanos, la peregrinación ha terminado».




domingo, 22 de noviembre de 2015

Gran éxito en Puente Genil de la Capilla Musical de nuestra Hermandad

Con gran éxito -un aplauso de más de un minuto ininterrumpido- se saldó el domingo 22 de noviembre la actuación de la Capilla Musical de la Hermandad de la Misericordia, dirigida por nuestro hermano Jesús Reina, en el XV Encuentro Coral "Joaquín Ruiz Millán" celebrado en el Teatro Circo de Puente Genil (Córdoba).
Un momento de la actuación en Puente Genil, el 22 de noviembre de 2016.
En la que ha sido la segunda salida de nuestra ciudad de la Capilla Musical -la primera fue el pasado día 7 a Fuente Obejuna-, el programa estaba compuesto por piezas de música coral antigua (dos anónimas de los siglos XVI y XVII, una tradicional sefardí del siglo XVI y tres de Giovanni Pierluigi de Palestrina, siglo XVI).
El director de la Capilla Musical saluda tras la actuación en Puente Genil, el 22 de noviembre de 2016.
La Capilla Musical de la Hermandad de la Misericordia se reorganizó en octubre de 2012, como heredera de la que había tenido la Cofradía penitencial en sus primeros años de existencia, y que actuó hasta 1953.
Desde su reorganización ha participado en todos los actos de culto solemne organizados por la Hermandad en la Basílica de San Pedro, y ha actuado también para cultos de las hermandades de Jesús Caído y de Nuestra Señora de los Dolores, en la Catedral de Córdoba, en el Puente Romano y el Cementerio de San rafael (actuaciones estas últimas organizadas por el Ayuntamiento de Córdoba con motivo del Día del Libro).

sábado, 21 de noviembre de 2015

Visita de cofrades de Carmona a nuestra Hermandad

Un grupo de cofrades de Carmona (Sevilla), miembros de la Tertulia Cofrade "A volá", visitaron la Basílica de San Pedro y nuestra Casa de Hermandad el sábado 21 de noviembre. En el templo recibieron cumplida información de la historia y el arte de la Basílica, así como de la historia de las hermandades históricas que han confluido en la actual Hermandad de la Misericordia; y ya en la Casa de Hermandad conocieron nuestro patrimonio procesional, artístico y documental. Al término de la visita hicieron entrega al secretario de la Hermandad, Francisco Ortiz, y al vocal Luis Molina, en representación de la Cofradía, de un cuadro con el cartel editado por la Tertulia Cofrade con motivo de la pasada Semana Santa de 2015.


jueves, 19 de noviembre de 2015

San Pedro, diez años como Basílica Pontificia

(Publicar el 23 de noviembre)

El 23 de noviembre de 2005, hace exactamente diez años, la Santidad del Papa Benedicto XVI tuvo a bien firmar el decreto por el que se erigía el templo parroquial de San Pedro, sede canónica de nuestra Hermandad, como Basílica Pontificia Menor, en atención a su prolongada historia y, sobre todo, al hecho de custodiar las Sagradas Reliquias de los Santos Mártires de Córdoba, cimiento y base de la fe católica en nuestra ciudad desde hace más de quince siglos.
El nombramiento fue anunciado el día 26 por el entonces obispo de Córdoba, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, en la solemne función de cierre del Año Jubilar de los Santos Mártires, que coincidió en la Iglesia de Córdoba con el Año de la Eucaristía convocado por el Papa para el mismo periodo. El prelado dio lectura al breve pontificio en la Santa Iglesia Catedral, provocando la alegría de todos los presentes, especialmente de los feligreses de San Pedro y, por supuesto, de los hermanos de la Misericordia.
Emblema del obispo Asenjo.
Durante todo el año 2005, se celebraron numerosas actividades para dar conmemorar el XVII Centenario del martirio de San Acisclo y Santa Victoria, que culminaron, en cuanto a las cofradías se refiere, con la peregrinación -el sábado 19 de noviembre- de la Hermandad de la Buena Muerte a la parroquia de San Pedro, acompañando a su excelsa Titular, Nuestra Señora Reina de los Mártires. Era la primera vez que la bella Dolorosa de la hermandad congregante salía de su templo bajo palio fuera de Semana Santa, y también la primera ocasión en que lo hacía acompañada de una banda de música: la de Nuestra Señora de la Oliva de Salteras (Sevilla) en la procesión de ida, y la del Maestro Tejera de Sevilla, al regreso a San Hipólito, pusieron música a la histórica procesión.






jueves, 12 de noviembre de 2015

Un regalo de Manuel García Cuéllar

Nuestro queridísimo hermano Manuel García Cuéllar, que reside habitualmente en Churriana (Málaga), ha visitado nuestra Casa de Hermandad para hacer entrega a la Cofradía de un ejemplar del libro que ha escrito, El diario de mi vida, en el que cuenta con mucha gracia y corazón los avatares de su existencia. En el libro no deja de anotar varias cariñosas referencias a nuestra Hermandad. Cuéllar, como le llamamos cariñosamente, no falta ni un solo Miércoles Santo acompañando al Santísimo Cristo con su cruz de penitente. El hermano mayor, José Carlos Larios, recibió a nuestro hermano y le agradeció su detalle y el cariño que siempre manifiesta hacia su Hermandad.


lunes, 9 de noviembre de 2015

Hace 40 años: el otoño de 1975 en la Hermandad de la Misericordia

El Miércoles Santo de 1975, por segundo año consecutivo, nuestra Hermandad se vio forzada a suspender la estación de penitencia debido a la amenaza de lluvia. Tras la frustración de dos años seguidos sin salir, la Cofradía renovó sus energías. En el mes de junio se celebró un cabildo general extraordinario para decidir cómo  afrontar la reforma de la capilla de los titulares.
     De hecho, la Hermandad disponía desde un año antes de un dinero que estaba aparcado en busca de destino. Procedía de una rifa que tuvo lugar en 1974, cuando se sorteó nada menos que un piso situado en la calle Isabel Losa, pretendiéndose que los beneficios de la venta se destinaran a la construcción de una «Residencia de ancianos Cristo de la Misericordia». La papeleta costaba cien pesetas, que entonces era una enormidad. El problema es que el precio del piso era nada menos que 600.000 pesetas, pero la Hermandad sólo había recaudado aproximadamente 400.000 en la venta de papeletas cuando llegó la fecha del sorteo. Éste se realizó, ante notario, en el salón de actos del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba −«Avenida del Generalísimo, 24», según se decía entonces− por miembros de la junta de gobierno de la Hermandad, que respiraron aliviadísimos cuando comprobaron que el número agraciado no había sido vendido. El hermano mayor, Benjamín Barrionuevo −a la sazón próspero empresario cordobés, dedicado al comercio de ferretería, electrodomésticos y artículos de hogar− solucionó el problema comprando él mismo el piso, con lo que la Hermandad se halló con 400.000 pesetas en su caja. Durante un tiempo se pensó destinar ese fondo al fin inicialmente previsto, pero cuando se vio que construir una residencia de ancianos, y posteriormente mantenerla, iba a ser de todo punto imposible para la Hermandad, empezó a pensarse que ese dinero podía destinarse a otro fin, y se pensó en reformar la capilla.
     La capilla, en efecto, no ofrecía el mejor aspecto. Había ganado algo de espacio unos años antes, pues en 1971 la Hermandad había reformado el espacio situado bajo el coro de la iglesia. Esto permitió que la capilla quedara un poco más expedita, porque hasta ese momento –y seguramente desde el cierre de la Magdalena en 1956− el paso de Cristo estaba todo el año en dicha capilla, con el Crucificado en el mismo lugar en el que salía el Miércoles Santo, y a su lado la imagen de Nuestra Señor, que formaban un conjunto análogo al que hoy día se puede ver en el primer paso de la Hermandad de la Expiración.
     Pero, aunque la capilla había ganado espacio, estaba lejos de ofrecer a las sagradas imágenes un emplazamiento digno durante el año, de modo que se pensó en afrontar esa reforma.
     Para esas fechas, la junta de gobierno había realizado un magnífico fichaje sugerido por el párroco, don Julián Caballero Peñas: se trataba de un cofrade joven llamado José Luque Manzano, que llevaba la cruz de guía en la procesión desde pocos años antes, exactamente desde que dejó de hacerlo su predecesor en esta responsabilidad, que se llamaba José Herrera Duchemin. Luque Manzano era delineante de profesión, trabajaba en una empresa constructora (su jefe era cofrade de la Paz y Esperanza y alguna vez le tiró los tejos para que se fuera a su hermandad, pero no le hizo caso) y tenía una extraordinaria habilidad para el dibujo. Él mismo hizo el diseño de cómo quedaría la capilla tras la restauración, que consistiría principalmente en dejar al descubierto la piedra oculta por varias capas de cal y la colocación de las imágenes sombre un podio de granito gris.
     En el cabildo extraordinario convocado con este fin, que se celebró en el despacho parroquial, se invitó de forma expresa a Rafael Díaz Peno, que seguía siendo el director artístico de la Hermandad, y en su intervención elogió y aprobó el diseño de José Luque destacando especialmente que los elementos predominantes de la capilla debían ser la piedra y el hierro.
     Para sufragar los gastos de la obra, y aunque se contaba con las 400.000 pesetas de que hemos hablado, y en previsión de que el coste final fuera superior, se envió a los hermanos una circular animándolos a participar en el proyecto con su ayuda económica, acompañada por una tarjeta que reproducía el dibujo de Luque Manzano con el proyecto que se iba a ejecutar. A los hermanos se les proponía sufragar un metro cuadrado de muro, un sillar de piedra o un velorio de hierro de los que se colocarían, a modo de reja, en la parte delantera. El valor asignado a los distintos donativos era de mil, setecientas y trescientas pesetas respectivamente.
     Y una vez aprobado el proyecto, la obra comenzó de inmediato, no sin antes trasladar las imágenes titulares a la capilla del lado de la epístola, que hoy preside un cuadro de Valdés Leal que representa a San Pedro y que entonces tenía como imagen principal una efigie del Corazón de Jesús de escaso valor artístico, y que algún tiempo, varias décadas atrás, había ocupado la hornacina central del retablo principal. Viene bien decir que don Julián Caballero era muy devoto del Corazón de Jesús, y había colocado en esa capilla un altar exento de piedra artificial poco después de las obras, llevadas a cabo poco después de 1970, que modificaron la sacristía y la capilla del Sagrario.
     Durante todo el verano de 1975 hubo continua actividad en la Hermandad. Todos los días varios miembros de la junta de gobierno acudían al templo, por la tarde, para comprobar in situ la marcha de los trabajos, y los miércoles se rezaba el ejercicio a las imágenes titulares, un rezo que llevaba interrumpido bastantes años. Como había dicho Díaz Peno, la piedra y el hierro serían los ejes decorativos de la capilla. La supresión de la capa de cal dio algunas interesantes sorpresas: por ejemplo, apareció –y hoy es perfectamente visible− un relieve con el cordero místico en el cruce de los dos nervios superiores de la capilla, y se descubrió también el espacio de una antigua y desaparecida vidriera en el muro central del ábside; ésta se mantuvo cegada y se cubrió en su casi totalidad con un arco ficticio hecho sobre la piedra, aunque se descubriría y recuperaría en la actuación terminada en 1998.
     Respecto al hierro, serían tres los elementos de este metal: un gran candelabro de tres luces que se colocaría junto al lado izquierdo del Cristo –en simetría aproximada con la imagen de la Virgen− un velorio a modo de reja protectora baja que cerraría la capilla en su frontal y las patas de una mesa de altar de granito gris. Todos estos trabajos se encargaron a un herrero que tenía su taller en la calle Arenillas, y del que lamento no recordar el nombre. Varias veces, en aquellas tardes de verano, acudimos a ese taller para comprobar cómo iba la ejecución de los encargos.
     La decoración se completaría con dos inscripciones latinas; una en la piedra de los muros que dijera OSTENDE NOBIS DOMINE MISERICORDIAM TVAM, que figuraba desde antiguo en la foto del Santísimo Cristo que se imprimía en las convocatorias de cultos y que como es sabido es un versículo 8 del Salmo 85; las letras de esta inscripción, de plástico rígido que se adhirieron a la piedra, fueron adquiridas a la empresa Luminosos Aras. La otra, puesta a instancia del sacerdote don Víctor Royuela, coadjutor de la parroquia, se grabó sobre el granito de la mesa de altar, y dice escuetamente EGO SVM VITA. El propósito inicial era incluir completa la frase evangélica EGO SVM LVX ET VERITAS ET VITA.
     El proyecto se completó, ya en la nave del Evangelio, con cuatro bancos de madera, en cuyo respaldo se talló el escudo de la Hermandad.


TERMINACIÓN
A principios del otoño ya estaba todo terminado y sólo quedaba fijar la fecha de la inauguración –mejor «reinauguración»− de la capilla de los titulares. Unos días antes de dicho acto, el fotógrafo Andrés Roig González −cofrade de la Hermandad− hizo un completo reportaje de cómo había quedado la capilla con las imágenes, y hasta plasmó algunas composiciones en las que la imagen de la Virgen aparecía con una curiosa peluca de pelo natural. Visto con la perspectiva que dan los años, es una pena que no se hiciera un reportaje análogo antes de comenzar la actuación sobre dicha capilla.
     Los días y semanas previos fueron muy activos, y no lo digo por el perol con que los miembros de la junta de gobierno, y algunos más, nos homenajeamos honrando a San Rafael el día de su fiesta, 24 de octubre, y al que asistieron como invitados de honor el clero parroquial acompañado por el canónigo Miguel Castillejo, sino por otros asuntos de más enjundia. Entre copas de vino y «cuchará y paso atrás» se habló con intensidad tanto de la Hermandad y la capilla como de política: alguno, incluso, pensaba y decía abiertamente que Franco ya había muerto y que esperarían a comunicarlo en el momento que considerasen oportuno.
PRIMER BOLETÍN
Con motivo de la recuperación de la capilla la Hermandad acordó convocar a los hermanos mediante un boletín. Fue una sencilla hoja de cuatro páginas, de las que las dos primeras contenían un artículo de Francisco Melguizo, fundador de la cofradía, felicitando a la actual junta de gobierno por este logro. La tercera página contenía la convocatoria del acto, y la cuarta y última la sección «Noticias de nuestra Hermandad» en la que se daba cuenta de las actividades y proyectos más destacados de la corporación. El boletín se imprimió en la Imprenta La Verdad a una sola tinta de color azul. Llevaba la identificación de «Circular nº 1» porque, según informaron en la imprenta, en la que desde casi siempre se habían hecho los encargos de la Misericordia, no procedía incluir el término «Boletín» porque podría acarrear problemas legales, pues no conviene olvidar que, aunque le quedara poco tiempo a Franco y a su régimen, sus leyes sobre imprenta y libertad de expresión estaba aún vigentes.





     Cierto es que la Hermandad enviaba con cierta periodicidad circulares a sus hermanos, pero nunca con vocación de continuidad ni respondiendo a un diseño uniforme. De ese número 1 parte la serie que aún se sigue publicando, que ha alcanzado en la Cuaresma de 2015 el número 84.

     Por otra parte, no se quedó todo en los fastos de la inauguración y se quiso pensar en una proyección caritativa y social. De modo que se acordó entregar al párroco de San Pedro una cantidad de dinero –tal vez 5.000 pesetas, aunque no estoy seguro− y una serie de tarjetas que don Julián entregaría a los necesitados que acudiesen en demanda de ayuda; dichas tarjetas se emplearían como vales por una cantidad determinada que se canjearían en el establecimiento de ultramarinos de Manuel Laguna, situado en la confluencia de calle Escultor Juan de Mesa con la plaza de San Pedro. También recuerdo que de esas 5.000 pesetas, si es que fue esa la cantidad, hubo una parte importante, quizá 1.500, que se entregaron directamente en mano a la esposa de Francisco Osuna, «Curro el carpintero», un hombre que había trabajado haciendo encargos para la Hermandad durante muchos años, ya desde los tiempos en que se construyó el paso de Cristo; por aquellos días, el carpintero estaba muy enfermo –moriría unos días más tarde– y su esposa afrontaba una difícil situación económica. Un detalle más vinculaba a este simpático personaje con la Misericordia: vivía en una antigua y destartalada casa de vecinos, con patio de cal y flores, que había justo frente a San Pedro. Sobre el solar de esta casa se levantó, pocos años después, el edificio en que hoy se integra la actual Casa de Hermandad de la Misericordia.
DÍA GRANDE
La Hermandad señaló la fecha del domingo 16 de noviembre para el acto reinaugural, y en efecto tal día tuvo lugar el acto. Unos días antes se envió al único periódico local, el diario Córdoba, y al corresponsal de ABC –en ese momento era Antonio Gil–, una nota acompañada de una fotografía de la capilla con su nuevo aspecto. Ambos medios insertaron la nota antes del acto.

     La misa solemne comenzó a las doce del mediodía, hora habitual por entonces de la misa parroquial, fue oficiada por el párroco don Julián Caballero y asistieron nutridas representaciones de la Agrupación y de otras cofradías, además del Centro Filarmónico que volvió a solemnizar con su música el acto. Inmediatamente después, nos dirigimos al Colegio de la Sagrada Familia (Francesas), donde se ofreció un aperitivo a los invitados.
     Con vasos de cerveza o copas de vino en la mano, las conversaciones giraban en torno a dos temas en exclusiva: la nueva etapa que se abría ante la Semana Santa con la llegada de Rafael Zafra y su equipo a la Agrupación de Cofradías… y el futuro de España tras la muerte de Franco, que se adivinaba ya como inminente, después de más de un mes en el que a diario, y en repetidas ocasiones, escuchábamos los partes sobre la salud del dictador firmados por «el equipo médico habitual», en una expresión que se convirtió en muletilla y hasta dio pie a chistes de los que se contaban en voz baja. También se hizo un esfuerzo en vender a los invitados participaciones de Lotería de Navidad, para la que la cofradía había repartido diez números con todas las terminaciones, con el fin de tener garantizado un reintegro, en una experiencia que no fue positiva y que no se repitió.
     La celebración continuó por la tarde, sin solución de continuidad, y cerca del anochecer nos dirigimos a la casa de un miembro de la junta de gobierno, Luis Rodríguez Fenoy, que invitó a los asistentes a tomar «la última» en su domicilio de la calle Santa María de Gracia. Desde allí, y animados por Enrique Hidalgo, que era también cofrade del Remedio de Ánimas, unos cuantos hermanos se dirigieron a la cercana parroquia de San Lorenzo para contemplar el besapiés extraordinario que había organizado la cofradía con motivo de su XXV aniversario fundacional.
     En el mismo altar de besapiés se había instalado, en la que era su presentación pública, la nueva imagen de la Hermandad, una antigua Dolorosa de autor anónimo y procedente, al parecer, de un convento ecijano, que en lo sucesivo llevaría el título de Nuestra Señora Madre de Dios en sus tristezas; la efigia había sido bendecida, tras ser sustancialmente modificada y restaurada por Miguel Arjona, el 8 de noviembre de ese mismo año. El Cristo de Ánimas estaba tendido en la nave central, muy cerca de la puerta del templo, y el montaje era sumamente sencillo y en nada parecido a la hiperbólica presentación a que la hermandad del Remedio de Ánimas nos tiene acostumbrados en los últimos años.

     Hay que terminar diciendo que, una vez terminada la capilla de la Misericordia, casi inmediatamente después se reanudó la costumbre, olvidada durante bastante tiempo, de rezar los miércoles el ejercicio del triduo y el quinario ante los titulares. Pero no sólo eso: el acto semanal comenzaba con la exposición del Santísimo en la citada capilla, rezo del rosario, ejercicio semanal y finalmente la misa.
IV CENTENARIO
El acto reinaugural de la capilla coincidió de lleno con los organizados por la parroquia con motivo del IV Centenario del hallazgo de las reliquias de los Santos Mártires en San Pedro, que se cumpliría exactamente el 26 de noviembre.
     Desde varios meses antes el párroco había preparado un ambicioso programa de actos culturales, religiosos y sociales con que conmemorar la efeméride. Se formaron dos comisiones, una de honor presidida por el Príncipe de España, don Juan Carlos de Borbón, que aceptó formalmente por escrito el nombramiento, y otra ejecutiva, encabezada por el alcalde de Córdoba, Antonio Alarcón Constant. Los actos comenzaron el día 15 de noviembre, víspera del evento de nuestra Hermandad, con la representación, en el salón de actos del Conservatorio –donde entonces tenía su sede la Escuela de Arte Dramático− del auto sacramental de Calderón de la Barca No hay más fortuna que Dios. Y el mismo día 16 se abrió a las siete de la tarde en la Sala Municipal de Arte una exposición bajo el lema Los Santos Mártires de Córdoba en el arte, y una hora después el obispo de la diócesis, monseñor José María Cirarda Lachiondo, pronunció en el salón Liceo del Círculo de la Amistad el pregón del IV Centenario.
     Para la semana siguiente se preparó un ciclo de conferencias sobre los Santos Mártires que se celebrarían en el Salón de los Mosaicos del Alcázar de los Reyes Cristianos. Y así fue, aunque no se cumplió del todo el programa. Éste se abrió el lunes con la intervención de Miguel Salcedo Hierro, que habló sobre San Rafael y los Santos Mártires; el martes 18 dictó su conferencia José María Ortiz Juárez, que habló sobre Tiempos y hombres del hallazgo, y el miércoles 19 fue Francisco Melguizo, fundador de la Misericordia, ex hermano mayor de nuestra Hermandad y también de la de los Santos Mártires, el que disertó documentadamente sobre Los Mártires y San Eulogio: Córdoba y Zaragoza. La referencia a esta última ciudad se debe a que, por esos años, Melguizo vivía y trabajaba en la capital de Aragón, donde a la sazón era jefe regional de Telégrafos.
     Pero las dos últimas conferencias se suspendieron debido a la muerte de Franco. Estaba previsto que el jueves 20 interviniera Miguel Castillejo, con una conferencia que llevaría el título de La mozarabía cordobesa en el siglo IX. Instituciones políticas y religiosas, y que cerrara el ciclo Fray Justo Pérez de Urbel el viernes 21 bajo el título Causas jurídicas, psicológicas y sociales de la epopeya martirial.
LA MUERTE DE FRANCO
Como digo, estas dos últimas conferencias se suspendieron. La noticia de la muerte de Franco se dio a conocer al amanecer del 20 de noviembre y automáticamente se cancelaron muchas actividades en toda España: por ejemplo, las clases en la Universidad estuvieron suspendidas una semana.
     El diario Córdoba sacó un número especial en el que se notó inmediatamente que estaba preparado desde bastante tiempo atrás, y por la radio se anunció la celebración de una misa por Franco ese mismo día en la Catedral. Y a esa misa acudieron varios miembros de la junta de gobierno de nuestra Hermandad.
     Nunca ha vuelto a estar la Catedral tan llena de gente como el 20 de noviembre de 1975, cuando el obispo Cirarda presidió una misa por el eterno descanso del recién fallecido jefe del Estado. Sólo hay un acontecimiento que me hace dudar de esta afirmación: quizá sólo el funeral que presidió el obispo Juan José Asenjo con motivo de la muerte de Juan Pablo II superara en asistencia, o por lo menos igualara, a la misa por la muerte de Franco. Por cierto, en la misa por el Jefe del Estado se mostraba en el presbiterio el «guión del jefe del Estado» propiedad de la Hermandad de las Angustias, que lo sacaba cada año en su procesión, ocupaba un lugar de privilegio en el presbiterio.
     Al terminar el funeral, los miles de cordobeses que habían participado en él se repartieron por las numerosas tabernas de los alrededores. Los de la Misericordia acudieron a la Bodega Guzmán, en la calle de los Judíos, siguiendo la consigna que lanzó Enrique Hidalgo: «El que va de entierro y no bebe vino, el suyo le viene de camino».
SUSPENSIÓN
La muerte de Franco rebajó sustancialmente el nivel de los actos con que se pensaba conmemorar el citado IV Centenario. Se celebró, eso sí, la novena en honor de los Santos Mártires, que comenzó el domingo 22, pero no contó con la anunciada presencia en el púlpito –que entonces, por cierto, estaba en su lugar natural, elevado junto a un pilar del templo en el lado de la epístola− de Fray Justo Pérez de Urbel. Tampoco contó, y es aquí donde los cofrades más lo lamentamos, con la programada presencia de la imagen del arcángel San Rafael, cuya salida procesional de la iglesia del Juramento estaba prevista para las seis de la tarde.
     También se dijo, pero fue sólo eso, un rumor, que la Reina de los Mártires iría en su paso de palio a San Pedro con este motivo; incluso estuvieron en la parroquia cofrades de la Buena Muerte para verificar la posibilidad material de tal traslado que, como digo, se quedó en un desiderátum que tardaría treinta años en materializarse. Hubo que esperar, como es bien sabido, a 2005, con motivo del Año de la Eucaristía y de los Santos Mártires para que viéramos en San Pedro el impresionante paso de palio.
EN SAN FERNANDO
Por esos días se recibió en la parroquia una carta de la Hermandad de la Misericordia de San Fernando (Cádiz), en la que comunicaba que, con motivo de la inminente bendición, el 8 de diciembre, de su imagen de María Santísima de la Piedad, quería organizar una exposición fotográfica que recogiera las imágenes titulares de todas las Hermandades andaluzas que llevaran la advocación de la Misericordia.
     Nuestro hermano Francisco Varo era muy aficionado a hacer fotografías, y tenía algunas instantáneas que podían servir a tal propósito. De modo que encargó unas ampliaciones, las envolvió y las remitió por correo. Pero no quedó ahí la cosa. Paco Varo tenía, desde poco más de un año antes, un apartamento en la playa de Valdelagrana, muy cerca del Puerto de Santa María y también de San Fernando, y se le ocurrió organizar un viaje para que una representación institucional de la Hermandad estuviera presente en la bendición de la nueva imagen.
     Dicho y hecho. A San Fernando se desplazaron las familias de Francisco Varo, Enrique Hidalgo, José Luque, José Fernández y Francisco Palomino. Los Varo se alojaron en su apartamento y el resto en el cercano Hostal Campomar.
     Llegamos a San Fernando el día 7 de diciembre por la tarde. Era domingo, e inmediatamente nos dirigimos a la parroquia de la Divina Pastora, donde pudimos saludar a los directivos de la cofradía y pronto hicimos amistad especialmente con dos: el hermano mayor, Florencio Collantes, y Diego Salado, vicehermano mayor. Nos trataron con la mayor deferencia y nos invitaron a la apertura de la exposición fotográfica, pero –y era comprensible− no nos permitieron ver a la nueva imagen, porque querían reservarla hasta el momento de la bendición.
     En el acto de dicha bendición, ya el día 8, hubo un momento para la ofrenda de flores, y nuestra Hermandad depositó un hermoso centro en el que una cinta, con los colores blanco y morado, resumía nuestra intención: «San Fernando y Córdoba, unidos por la Misericordia». Era una frase que se le había ocurrido a Enrique Hidalgo, y que hizo fortuna: cuando, quince años más tarde, es decir, en 1990, se celebró también en San Fernando el primer Encuentro de Hermandades de Andalucía, organizado obviamente por la cofradía isleña, Florencio Collantes recordó ese lema, que fue uno de los factores que lo animó a promover los encuentros anuales que se vienen celebrando y a los que nunca ha faltado la Hermandad de Córdoba.
      Y como correspondencia a nuestra visita, los hermanos de San Fernando acudieron a Córdoba el 7 de marzo de 1976, para estar presentes en la fiesta de regla correspondiente a la Cuaresma de ese año.
CASA DE HERMANDAD
Pero no acabó el año cofrade con el viaje a San Fernando. Ya desde antes de la reinauguración de la capilla se habían iniciado las gestiones de búsqueda de un local en las inmediaciones de la plaza de San Pedro para convertirlo en casa de Hermandad, lógicamente por la vía del alquiler pues las disponibilidades económicas no permitían otra cosa.
     La copa que se ofreció tras el acto del 16 de noviembre fue en las Francesas, como queda dicho, porque aún no se disponía de dicho local. Pero muy pronto se encontró el sitio, que reunía las condiciones ideales: se trataba de un local bajo, en la esquina de la plaza de Aguayos con la de San Pedro. Recabando información sobre el propietario, se supo que se llamaba Ricardo López, y que Francisco Varo lo conocía por ser agricultor y cliente de la empresa de maquinaria agrícola en la que trabajaba nuestro hermano. Puestos en contacto con el dueño, se vio que el local necesitaba una amplia reforma, ya que en realidad había servido muchos años como establo para las caballerías. Disponía de acceso al patio, y también a una amplia sala de la planta baja en la que, en el pasado, se había guardado un coche de caballos. El dueño pedía una renta mensual de 4.000 pesetas, que la Hermandad estaba dispuesta a afrontar, aunque quedaba por hacer una sustancial reforma que le diera un aspecto presentable.
     Para eso estaba Pepe Luque y su experiencia en la construcción. La Hermandad disponía de dinero para el proyecto, seguramente sobrante de la capilla, y tras el primer trabajo de enlucimiento de paredes, colocación del cielo raso y enlosado de suelos por parte de albañiles profesionales, los hermanos tuvimos que hacer el resto.
     Durante varias semanas, en efecto, especialmente sábados y domingos, estuvimos trabajando en el local, cada uno en lo que sabía: Paco Varo colocó el zócalo de plástico, Pepe Fernández la instalación eléctrica, Paco Hernández asesoraba en la decoración, Enrique Hidalgo hacía un poco de todo, y los demás ayudábamos en lo que se nos pedía. Alguna vez se organizó, simultáneamente con el trabajo, un perol que sirvió para quitar el hambre y aumentar aún más la convivencia.
     Para quien no la haya conocido, diré que el local tenía forma de L. al entrar por la puerta que había a la izquierda del zaguán de la casa –a la derecha había una escalera que subía a las dos viviendas de la planta alta− se accedía a la línea corta de la L, en la que se instaló la secretaría. Frente a la puerta había una mesa, a la izquierda un tresillo donado por José Mansilla y que había estado en las habitaciones del Hogar Parroquial de San Pedro –calle Carlos Rubio, 14− en las que durante unos años se habían repartido las túnicas. A la izquierda de la habitación había una ventana que daba a la plaza de Aguayos, y en el testero frontal se colocaron dos grandes fotografías de los titulares, y entre ellos el antiguo crucifijo pintado procedente de la Magdalena que había servido de cruz de guía los primeros años. Dicho crucifijo fue cedido «en depósito» por el párroco de San Pedro a la Hermandad para que presidiera su sede social (y hoy forma parte de nuestro patrimonio y se exhibe en las vitrinas de la Casa de Hermandad).
     En la pared de la derecha había una puerta que daba al salón, la línea larga de la L. A su izquierda había tres ventanas que se asomaban a la parte estrecha de la plaza de San Pedro, frente a la llamada «Puerta de la Sombra». En la parte central de la pared derecha había una puerta que daba acceso al patio, y entre dicha puerta y la que comunicaba con secretaría, se colocó una barra de bar que las buenas manos de Pepe Luque, con la ayuda de Enrique Hidalgo, construyeron en madera y formica. En el rincón, un frigorífico refrescaba las bebidas que los cofrades iríamos consumiendo, y un barril ponía a nuestra disposición el vino. A todo lo largo del salón se dispusieron unas sillas metálicas que compró la Hermandad, creo que en número de doce, completándose el mobiliario con un armario y una televisión (en blanco y negro, claro).
     El patio era amplio y cuadrado; dos de sus cuatro lados estaban porticados, en otro –el que daba al salón− había una fuente de granito, con una fecha grabada: no recuerdo exactamente cuál, pero sí que era muy de principios del siglo XIX. En la parte que se veía conforme se atravesaba la cancela que lo separaba del zaguán, se hallaba la cochera que hemos descrito, en la que se guardó la parihuela del paso de palio a partir del año siguiente, cuando se supo que iba a ser demolida la nave construida por la Hermandad en 1943 junto al ábside de la iglesia de la Magdalena, donde se venía custodiando dicha parihuela desde el cierre del templo en 1956.
     Para la Cuaresma de 1976 ya todo estaba dispuesto en la Casa de Hermandad y el reparto de túnicas y papeletas de sitio se pudo hacer por primera vez en las nuevas instalaciones.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Encuentro en Fuente Obejuna

El sábado 7 de noviembre, nuestra Hermandad estuvo presente en el XXVI Encuentro de Hermandades de la Misericordia de Andalucía, celebrado en Fuente Obejuna y organizado por la Hermandad de la misma advocación de dicha histórica villa.
La misa, celebrada en la parroquia de Nuestra Señora del Castillo, fue presidida por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández Martínez, que explicó que la Misericordia "no es otra cosa que el amor de Dios a los hombres" y alentó a los cofrades de la región a preparar y vivir con intensidad el Año de la Misericordia que se abrirá dentro de un mes,
Ilustró musicalmente la ceremonia religiosa la Capilla Musical de nuestra Hermandad, que fue felicitada por el obispo, el hermano mayor y la alcaldesa de la localidad anfitriona.
Tras la celebración eucarística, en la que todas las hermandades presentes hicieron entrega de sendos donativos para la Cáritas de Fuente Obejuna, los asistentes participaron en una ofrenda floral a Nuestra Señora de Gracia, patrona de la villa, y visitaron los lugares más emblemáticos de la misma, cerrando el recorrido con un aperitivo en la plaza de la Casa Cardona en la que jóvenes mellarienses representaron una escena de la obra Fuenteovejuna, de Lope de Vega.
La jornada terminó con un almuerzo en un restaurante, a cuyos postres se hizo el tradicional intercambio de recuerdos y se anunció oficialmente el que XXVII Encuentro se celebrará en Córdoba, organizado por la Hermandad, en una fecha pendiente de confirmación oficial pero dentro de la primera quincena del mes de noviembre de 2016.
Ofrecemos a continuación un resumen fotográfico de la presencia de nuestra Hermandad en este Encuentro: